La propuesta de matrimonio de Charles Draysmith resulta tan romántica como un páramo en diciembre. Puede que Emma Perterson no sea más que la hija de un vicario, y él el nuevo marqués de Knightsdale, y puede que él prefiera casarse con ella simplemente para ahorrarse el trago de tener que pasar por el mercado matrimonial. Sin embargo, eso de que le diga que lo que más le gustaría es asegurarse un heredero, bien, es más de lo que una dama puede soportar.
Según parece, Emma tiene carácter, y eso de que una mujer se ponga a tirarle objetos de porcelana despierta su interés. Tal vez a su propuesta le haya faltado gracia, de acuerdo. Pero le parece la solución perfecta. De ese modo él tendría una esposa, los pequeños a su cargo la madre que tanto necesitan y Emma seguridad y una posición. Sencillo, ¿no? Práctico. Pero… oh, no, el perro de porcelana no…
Si quiere calmarla, tendrá que confesarle la verdad. Y la verdad no es otra que está perdidamente enamorado de ella.
